jueves, 5 de octubre de 2017

Pesadilla imaginaria.

Me despierto empapada en sudor y bañada en lágrimas.
Acabo de perder a una pesadilla oscura, a una vida de sueños sin sentido. Yo era como un caballo sin riendas e iba por aquí y por allá buscando no sé qué.
Te voy a contar esa angustia de muy mal gusto. Todo parecía ser un despropósito.
Me veía mirar, observar, abrazar, odiar y amar a unos seres cuyos defectos eran perfectos en sus miserias y dolores e incluso en sus maneras de ser, tan diferentes.
Y en la pesadilla como te he dicho, yo los amaba.
Y se me iban muriendo. ¿Y sabes?
¡No podía salvarlos! ¡Y cómo es posible! Me dolía que les sucedieran todas esas cosas. Y a mí me pasaba de todo y nada. El amor se te escapaba de las manos, se te resbalaba. La gente se traicionaba por muy poco, por unas cuantas migajas.
No te lo creerás pero en el sueño me decían que eso era la vida. Y yo no me lo llegaba a creer del todo. Y me veo pensando y preguntado. ¿Es una broma? ¿Cómo es posible? Me sentía extraña. Era como una tragicomedia. Una comedia de falsete.
 Y además para colmo, yo fracasaba en todo. Y todo es todo.
Y que era en cada día o noche.
Fracaso tras fracaso. Sin parar.
Era un éxito rotundo que te saliera como tropezarte mil veces para volverte a levantar otras tantas. Y al final me veo como el monstruo te escribe ésto.
Esa pesadilla era un haz de luz, una droga humana luminosa.
Un conjuro mágico.
Parecía la dulce risa de un loco apareciendo estar muy cuerdo en todo. Y yo no estaba de acuerdo.

Sí, he estado soñando la imaginación de una pesadilla en la qué te amaba y para eso no había ningún remedio.
Nada lo podía curar. Y tú te salías de mi pesadilla y yo también deseaba salirme y no podía. Seguirte. Fundirme en ti. Y no lo conseguía.
Y en el fondo todos deseaban lo mismo qué yo. Desaparecer. Despertarse. Fundirse o volar.

Y es qué un amor tan grande no puede quedarse atrapado en un cuerpo por mucho tiempo.

¿Verdad?


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